En el año 2014 la compañía estuvo valorando las diferentes opciones y proyectos a llevar a cabo. Entre las distintas alternativas, se tomó la decisión firme de emprender el camino más largo; la construcción de una nueva planta de producción, en lugar de ampliar la capacidad productiva de la fábrica de cubitos en la que se operaba hasta la actualidad.
Esta decisión no fue fruto únicamente de criterios de productividad. Fue una apuesta arriesgada que valoraba diferentes criterios como la responsabilidad, sostenibilidad y modernidad. Entre estos criterios la compañía considero que era muy importante realizar un consumo responsable de agua y energía, implantar un sistema más completo de purificación del agua, y automatizar el proceso productivo para la fabricación de más de una referencia de la gama de productos. Todo ello ligado a una considerable ampliación de la capacidad productiva respecto a la fábrica de cubitos anterior.
Todo ello ha requerido implantar un sistema de producción totalmente diferente al utilizado por Frescofrio hasta el día de hoy.
La compañía, profundamente comprometida con los criterios de consumo responsable de energía, ha llevado a cabo modificaciones durante el desarrollo del proyecto encaminadas a incorporar las cualidades energéticas de los cubitos malformados para que la energía que con un sistema convencional se tiraría con el producto desechado, se incorpore de nuevo al proceso, mejorando la eficiencia global del mismo. Hemos transformado un constraint de producción en una ventaja. Con el fin de ahorrar energía en el proceso de enfriamiento del sistema, el cubito cribado es redirigido a un circuito alternativo de enfriamiento, reduciendo así la energía necesaria para este fin.
La nueva planta se ha automatizado aprovechando la tecnología más moderna disponible, posibilitando así un desarrollo sostenible de la empresa con tres firmes propósitos: En primer lugar, poder llevar un control exhaustivo sobre todo el proceso de producción. En segundo; poder fabricar otra referencia de la gama sin tener que realizar profundas modificaciones en los parámetros del sistema de producción. En tercer lugar; verificar que el agua corriente cumple con todos y cada uno de los sistemas de purificación que garantizan las cualidades sanitarias del cubito producido.
En el nuevo proceso de fabricación del cubito, no hemos perdido de vista las necesidades del cliente final. Para ello, mediante la incorporación de un túnel de secado en el proceso, hemos tratado de dar solución a un problema habitual: La formación de escarcha en los cubitos. Esta formación de escarcha provoca que al almacenarlos, los cubitos se adhieran entre sí, formándose un bloque de varias unidades cuya separación requiere un golpe para que los cubitos aglutinados recobren su cualidad de unidades independientes, algo que siempre incomoda a los clientes finales. La integración de esta operación de secado del cubito evita este problema y facilita las cosas al cliente final.
Así mismo la purificación del agua consigue que el cubito sea transparente, un aspecto que los clientes valoran cada vez más. La eliminación durante el proceso de todas las impurezas del agua permite conseguir un aspecto vítreo ideal en nuestro cubito. Esto que pudiera parecer un criterio de mera imagen, comporta implicaciones de bastante mayor trascendencia. Conseguimos que sea transparente, pero los medios aplicados, eliminarán cualquier partícula que pudiera aportar el aire del ambiente y que llegara a disminuir las cualidades sanitarias del cubito “Frescofrío”, garantizando la calidad, seguridad e higiene del mismo. Con todo ello aseguramos a nuestro cliente final, un cubito que además de ser transparente, no aporta sabores extraños en el consumo final.